El bosque (capítulo de la visión)
(...)pero también sé que los escenarios son intercambiables y que todo espacio no es más que un tablero de juego en el que dos dados nunca dejan de caer. Saeki se despierta sobre una superficie húmeda. Abre los ojos, pero no consigue ver nada, la luz lo empapa todo. La temperatura es tibia y huele intensamente pero tampoco es capaz de reconocer de qué se trata. Al levantarse los dedos se le hunden, la superficie no es compacta, la tierra está en granos ásperos que se le pegan con facilidad a la piel. Los ojos comienzan a acostumbrarse a la intensidad de la luz y pronto puede ver delante de sí un estanque gigantesco de agua azul que emite pequeñas olas espumosas. Ninguna la alcanza, pero en pocos segundos y a punta de arañazos retrocede a la velocidad del miedo. Cuando se voltea para ver qué tan lejos está, ya todo se ha apagado, como si alguien hubiera bajado de pronto todas las cortinas de la Tierra. La temperatura baja y Saeki siente fr