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Soportablemente insignificante / Significativamente insoportable

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"Creo que viajar no vale la pena si uno no lleva consigo su vida. Es algo que estoy confirmando a mis expensas durantes estos días melancólicos en París. Es paradójico, pero un viaje se soporta sólo si es insignificante, si no cuenta, si no deja huella. Uno viaja, se va al otro lado del mundo, pero deja su vida en casa, guardada y lista para recuperarla a la vuelta. Salvo que cuando uno está lejos se pregunta si por casualidad no habrá traído su vida consigo, sin querer, y allá no habrá quedado nada. Basta con la duda para crear un miedo atroz, insoportable, sobre todo porque es un miedo a nada, una melancolía." César Aira, La costurera y el viento . Pág. 27

Oscuro viento inmóvil

No quería salir, pero le daban palos, palos para que saliera, palos para que se emborrachara. Las extranjeras en la puerta, listas para acomodarle los músculos en la mejor cama de la casa. Y sus películas de estreno apiladas en la repisa de los treinta y tantos libros aún sellados. Tenía al diablo columpiándose adentro, con un ramo de flores en descomposición entre los dientes y un sonido de abejas en los oídos. Tenía al diablo soplándole palabras en el sueño, en el oscuro viento inmóvil. Y era de noche cada vez que despertaba. El diablo le decía poemas. Y era dulce y hermoso y asesino. Lo llevaba en carros tirándolo y corría por encima de las ventanas de las casas y las paredes porque la ciudad se había volteado. Lo llevaba tan a prisa y tan cantando que no podía verle la cara un segundo, pero podía ver en el fondo callejones estrechos, automóviles cayendo y techos de casas en extraños ángulos devorando cuellos blancos y sensuales como

David*

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Tengo nueve días para escribir un poema que dure novecientos noventa y nueve mil años. Lo cierto, es que no podré. La poesía es como arrojar piedras a la nave espacial donde está Dios. Y eso, no es sencillo. He pensado, por ejemplo, iniciar hablando sobre Jesucristo extraviado en las calles de Nueva York, pero al llegar al punto en el que el Nazareno entra a un banco y cambia la redención de los hombres por 58 dólares, me quedaría sin tema, y me vería forzada a inventarme un combate a muerte entre el mesías y Spiderman. Pensé, también, en escribir que escribía, pero ya lo habían hecho. Finalmente, decidí olvidar todo esto y hablarles de mí, Rebeca Rojas, a su servicio: Nací el 34 de enero de 1755. Nací con el cuerpo tatuado de espejo y una corona de raíces. Recuerdo mi infancia. Me paraba junto al río a que el agua mojara mi sombra. Las tardes, entre blancas y azules como los caballos descendían con un suave galope de cristal entre los montes. En aquellas horas del día procurab

Rito fúnebre

Me encuentro con un amigo a la salida del auditorio. Es Illanes y aún me pide disculpas por rayar las paredes de mi casa con ese plumón azul tan reticente al alcohol. Me muestra un libro de Héctor Viel Temperley y me lee un gran poema tras el edificio de los mosaicos. Un gran poema del que no logro oír más que frases sueltas que se anudan brillantes y explotan antes de ser comprendidas. Estamos tirados en el pasto y el sol nos pega de frente. Illanes tiene calor, quiere moverse de aquí. Yo tardo un poco más en reaccionar ante este calor, y es que la situación me sorprende débil, le comento a Illanes; llevo dos días con este dolor de estómago, aletargada. Pero creo que no me entiende, no llega a oírme. Yo le digo estómago y él piensa, supongo, en esquirlas doradas incrustándose en la piel, en números primos y soledades binarias del arcoíris de fuego... "Camisa de mariposas", de pronto oigo que dice. Me gusta esa imagen, una camisa de mariposas. Un corazón de mariposas, me

Hoy soñé con mi padre

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Hoy soñé con mi padre, que levantaba sacos de pasto seco con sus lentes grandes y su jockey eterno, con su ropa sucia e infantil, con parches de letras redondas y de colores. Hoy, o anoche –comprendo hoy, o anoche, la inutilidad del tiempo- yo soñé con mi padre y recordé que existía.  Mi padre levanta livianos sacos de pasto seco cada mañana y cada tarde y los vacía en cajones de madera. Esos que fabricara cuando yo lo visitaba para hablar de los materiales con que se construye un ciruelo o un barco fantasma.  Una vez volcados sobre los recipientes los mueve a los corrales en donde gritan hambrientas las cabras que viene criando desde el 2008. Una vez me conseguí una cámara fotográfica y les tomamos fotos a tres cabras nuevas. Eran blancas y tenían en el cuello una cinta roja que él les había puesto para la buena suerte. Él me enseñó a sentarme entre los cajones y el pasto seco del suelo; el que ya no se comieron y que les sirve luego de alfombra. Me dijo que para conoce

Tres de árbol

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Deseo del árbol El árbol quiere que le tomen una foto en tamaño carnet. El fotógrafo tiene que alejarse muchos metros para que el rostro del árbol pueda ser enfocado completamente, pero ya cuando lo tiene, viene un pajarito y se le posa encima. Todo de nuevo. Fotografía del árbol Tú sabes que tengo una foto tuya en el pequeño portarretratos de elefantes. Una foto infantil, como dicen en México o una foto tamaño carnet, como decimos acá. Es tu rostro y un pedazo de de camisa. Estás al lado de la pantalla del computador y al frente de mi cama y tienes la misma expresión desconsolada que luce tu cara cuando nos vemos desde lejos y nos vamos acercando hasta mirarnos frente a frente sin besarnos. Una expresión que se parece a la de ciertos animales marinos que no conozco, pero que siento en la madrugada y en algunos atardeceres tremendos. Yo siempre estoy despierta en la madrugada y te contemplo. Es mi hora favorita tú lo sabes. Puedo estarme quieta a tu lado, dejar de

Las ocho heridas

Estaba inmovilizada mirándome los antebrazos. Sucedió que tenía cuatro heridas por lado muy profundas y en forma de rombo. Tienen que haber tenido el tamaño de un dado promedio y estaban como teñidas con Povidona o alguna cosa anaranjada que mantenía sanas las heridas. Heridas que por ningún motivo debían cerrarse porque en realidad no eran heridas sino un ser humano que ocupaba mi cuerpo intrusamente y en forma de ocho agujeros. Recuerdo que me angustiaba que no se pudiera expresar. No nos podíamos comunicar porque existíamos en diferentes formas y por lo tanto teníamos códigos diferentes. Me sentía bastante invadida y atemorizada además por los ocho agujeros que de pronto habían aparecido. Después de un rato pude moverme. Caminé y moví los brazos, las heridas seguían ahí y yo seguía también con la sensación de pesar muy fuerte. En el fondo le tenía lástima porque era casi un vegetal, aunque algo me decía que además tenía eso, esa cosa eso, que llaman espíritu. Me quedaba pensando a

El cielo en la manzana

Cuando es color manzana más dilatado el fuego Más palpable en las paredes, más adentro en las mangueras Más tirando frotando alargando el monstruo dérmico Cuando es olor manzana en las cavidades desorbito Desorbito Blanco, manzana Ojos desorbito. Una espina dorsal endemoniada Ancla en el vacío, en el oxígeno En los alientos en las esquinas en las sombras Ancla la espalda suspendida. Eses serpentean. Dos sonrisas grandiosas se enclavan Una en la otra Demoledoras Si el cielo es en la manzana Todo parece tan blanco o tan negro Lo mismo Cejas brotan lisas oscuras perfectas Del ángulo arriba de los ojos Caen por los hombros Y es economía de vestido Sabe a manzana así debe ser.

El brazo de Malú Urriola

"...cuando no estás me faltas como si me faltara un brazo, daría un brazo por no sentir esta falta...daría un brazo, pero no el brazo con el que escribo. El brazo con el que escribo no se lo doy a nadie, si me deshiciera de este brazo moriría atragantada. Este brazo es el que aprieta mi vientre, el que hunde su mano en mi garganta para que las palabras salgan, porque mi brazo sabe que las palabras son como trozos de carne que me atoran, si no tuviera este brazo tampoco podría hablar, porque este brazo es mi lengua, con este brazo puedo decir lo que la lengua se calla, podrían cortarme la lengua pero no el brazo, por eso no siento ningún miedo cuando tengo la lengua dentro de tú boca, porque aunque la arrancaras me quedaría este brazo. Con este brazo me sostengo, con este brazo lucho cada día. Cuando me pierdo es este brazo quién me encuentra, cuando me desespero es este brazo quién me calma, este brazo es mi memoria, este brazo es quien me saca a flote , quien jala de mi, quien