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Soñé que Georges Perec tenía tres años y lloraba desconsoladamente. Yo intentaba calmarlo. Lo tomaba en brazos, le compraba golosinas, libros para pintar. Luego nos íbamos al Paseo Marítimo de Nueva York y mientras él jugaba en el tobogán yo me decía a mí mismo: no sirvo para nada, pero serviré para cuidarte, nadie te hará daño, nadie intentará matarte. Después se ponía a llover y volvíamos tranquilamente a casa. ¿Pero dónde estaba nuestra casa?   Tres , R. Bolaño     G. Pérec Tan sencillo como ponerle a un libro Las cosas

Son tus dos vidas simultáneas

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Francisco Tario Día 16 Hay mañanas claras y tristes. Y mañanas tenebrosas y heladas, llenas de dulces presagios. Es como si esta oscura mañana anunciase una luz sigilosa e inefable a través de las doloridas nubes. Desde el primer instante en la montaña reconocí tu voz (…) Te sentabas en un hueco de luz entre los árboles. Tú, con tu vestido morado. Y prometías: “Seré como tú”. Lo eres, lo fuiste. Mas quedaba algo: “Seré tú”. Tan sencillo. Admite que hasta el más infantil ruido ha adquirido de pronto una gravedad simbólica... El hombre te contemplará también y permanecerá ajeno. Tú le dirás fácilmente: “Pertenezco a la tierra, mi sangre no es sino suya y únicamente me siento a gusto entre mis semejantes, las piedras y las plantas”. El hombre se encogerá de hombros y pensará para sus adentros que es una lástima. Y me repito: ¿De qué extraña explosión, de qué vegetal ignorado, de qué luz, de qué llama y qué cruz estás hecha? De nadie
1 Necesito de la velocidad seguramente para interceptarte. Hacer un recorrido que acabe con la transparencia de las cosas. Yo no estuve contigo cuando tenías nueve años, pero podría aun llegar al colegio en donde estudiabas, hoy, con mi nombre y mi vida y presentarme como una más. Volver casi al término de la infancia para estar contigo y tu terror. Yo sabría ayudarte entonces. Es fácil imaginarte en cuarto básico por ejemplo, porque he visto fotos. Me acuerdo de una en donde tenías a tu hermano en los brazos y tu estabas sentado, creo, en la orilla de una cama. Es fácil hacer que luego te muevas y hables, que corras, los niños corren. Te imagino a veces riéndote de alguien, un poco burlesco como eres ahora, pero luego entristeciendo y quedándote callado, porque sabemos bien que esa burla recae en ti finalmente.

La primavera será fotografiada

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La primavera será fotografiada, será una manera de compartir y de decir No al suicidio por contraste. Yo no debo existir sino en tanto sea fondo y ese fondo no puede ser sino un esqueleto fuerte, luminoso y justo

Preguntas por el conocimiento

2 Sabes que debo escribir Y someterme a las leyes Instructivas del lenguaje La cosedura del entramado Se notará siempre Pero quisiera omitir aquí tu voz Y esa discreta tendencia Ese sarcasmo vagamente higiénico al cual recurriremos con esa establecida finalidad que sólo hoy comenzamos a valorar Me defines como una predadora Esta vez no te concederé la razón Porque la dificultad para esto radica En las toallas calientes que soportan mis brazos Y en esas toallas heladas que soporta mi frente (Por otra parte sabemos Que las definiciones toman vida propia) Por eso mi pelo cae sobre tu frente Y no hago ningún esfuerzo Para que este instante sea distinto de lo que es Ahora bien La joven estudiante Inquietamente ve delante de sus ojos Un número determinado de vivencias Un número calculado de vivencias para su estabilidad Y disponible para sus sentidos Esto no lo sabe ella Pero es extremadamente claro No hay ambigüedad No hay elección Pero si repican los relojes con indolenci

Descifrar

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Tienes mi apoyo Puedes apoyarte en mi Puedes Equilibradamente Distribuir Tus huesos por mi cuerpo Y comprimir los aires entre poro y poro Como al sol Tras tres temporadas nórdicas Así te busco. Así te deseo Que la busque en la escritura “búscala en tus textos, hazla poesía”/ pero no me conformo y voy hacia ella / Oscuridad en la ruta, marcho a tientas/ siguiendo instintos/ Y no sé cuando he ganado y no sé cuando he caído / ¿Cómo descifro el signo si voy de nueva?/ Ninguno de mis actos ha tenido consecuencias /la persigo, la persigo, ciega la persigo.

El chico del millón de dólares

Nene ve conmigo La chica del millón de dólares . Nene tiene 46 años y no sabe leer, pero descifra muy bien la gestualidad de los personajes. Él me pregunta algunas cosas: Ella cree que le pega? Sí, cree que le pega, pero también sabe a qué se dedica su hija y se ríe de eso, piensa que es ridículo. Seguimos viendo. Yo no leo los subtítulos, él no me lo pide tampoco.

Los Pasajeros

Era un otoño de días blanquísimos, llenos de pérdidas de extravíos Era el DF con los Pasajeros en mi casa en la cocina de mi casa arrancando páginas de antologías de poetas no queridos. De discos de microondas como ceniceros de platos plásticos como discos de microondas de basura plástica como platos como muebles comida y cena. Los Pasajeros diciendo Nina! Nina! yo echándolos fuera de la casa Los Pasajeros tatuando guitarras blancas en el pavimento, yo intentando apagar las voces entrar en el silencio, morir sin impacto.  Afuera se están matando adentro podemos solos, mis Baskiat, todos mis Baskiat, podemos solos.

Telma/Telma

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Estábamos en un bar. Lo sé por la luz tenue y lo relajado de nuestras posiciones alrededor de una mesa. Nos habíamos instalado en una esquina bastante lejos de todo, tanto que ha ratos no parecía un bar sino nuestra casa, una casa con una esquina travestida de bar en penumbras. Recuerdo que brindábamos con copas y champagne y que nos reíamos mucho porque nos parecía ridículo estar tomando champagne en un lugar como ése. Junto a mí dos siluetas masculinas se movían de vez en cuando, dos siluetas que no le importaban a nadie, porque la distancia, el espacio que nos separaba de ellas, en este sueño no era relevante y aunque estuvieran junto a nosotras, ellos estaban lejos. Eso es algo que me gusta de los sueños: la insignificancia del espacio. Así sucedía. Ni ella ni yo no podíamos oírlos. Ella estaba al frente mío, duplicada y borracha, como si hubiese burlado al tiempo y pudiera coexistir con una que sería después, así es, allí, frente a mí, se encontraban una Telma del

Párpados

En los párpados de Ana se esconde una media luna gris y cayéndose.  En los párpados de Ana se depositan pequeñas flores pálidas que nadie le trae,  porque ella es la explanada, el recorrido, la llegada.  En los párpados de Ana vive la bailarina triste de párpados ceniza, extraviada.  En los grandes párpados de Ana se acomoda la mirada suspendida y desecha  de quien no tiene ya nada que perder.  La invitación recostada en el sofá sombrío y suave  como los párpados de la bailarina que vive bajo los párpados de Ana.  En los párpados de Ana golpetean los héroes de sus cuentos favoritos, le cepillan las cejas, las hermosas cejas de Ana,  que caen dóciles hasta sus pómulos rosados, hasta su cuello y hasta sus hombros.  De cejas se viste Ana, y de párpados.  Ana vive en un párpado suyo y está tan pálida como si otra ya fuera,   un deseo perdido, un noviazgo sagrado interrumpido por ninguna razón.  Una lejanía planetaria.  No existe dolor más grande, me ha dic

Tendremos un sueño para el invierno y otro para el verano

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Violario De un antiguo parecido mental con caperucita provendría, no lo sé, el hechizo que involuntariamente provoco en las viejas cara de lobo. Y pienso en una que me quiso violar en un velorio mientras yo miraba las flores en las manos del muerto. Había incrustado su apolillada humanidad en la capital de mi persona y me tenía aferrada de los hombros y me decía: mire las flores... qué lindas le quedan las flores... Nadie hubiera podido conjeturar, viendo mi estampa adolescente, que la vetusta femme de lettres hacía otra cosa que llorar en mi cuello. Abrazándose estrechemente a mí, que a mi vez temblaba de risa y de terror. Y así permanecimos unos instantes, sacudidos los cuerpos por distintos estremecimientos, hasta que me quedó muy poco de risa y mucho de terror. Seguí mirando las flores, seguí mirando las flores...Yo estaba escandalizada por el adulterado decadentismo que ella pretendía reavivar con ese ardor a lo Renée Vivien, con ese brío a lo Nathalie Clifford Barney, con e

Anticipaciones de García Ponce

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Hace unos meses leí este cuento creyendo que encontraría descripciones elocuentes, ritos exquisitos, hedonismo puro y transgresiones en todo nivel, pero nada (nada de eso) porque puede que este insólito García Ponce sea incluso mejor que el habitual. A mí me ha encantado y lo recomiendo mucho, aunque en las primeras líneas fruncí harto el ceño. Primero que todo, los personajes no tenían nombre de persona sino de odiosas letras -A y B se saludan, A y B caminan por la calle...- Uhm, solo Kafka puede, pensé y casi lo dejé hasta ahí, pero seguí sin esperar mucho y como amenazando al cuento en cada línea de que si no se ponía bueno, paraba. En la segunda página más o menos, el cuento seguía tan lánguido como mi lectura, pero ya en la quinta, el protagonista, personaje sin voluntad – o con la voluntad única de no tener voluntad- se extendía a su antojo describiendo cómo se dejaba arrastrar por la vida con un solo recuerdo -objeto de adoración- en su mente, y me empezó a gustar. M

De sacerdotisa sus ojos de pájara

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Toda azul - Azul es mi nombre -dije. Los jardines del hospicio con estatuas, con flores obscenas. Los vestidos de azul iban y venían como quien recita un mismo poema interminable. - ¿Por qué traes los ojos tan fijos? -dijo. Yo misterio mi mirada para que al mirarla no se vuelva azul la rosa rosa. Aquí vienen mis tres amigas: V., S. y O. O.: de sacerdotisa sus ojos de pájara, de topo sus manos, de reina de desterrados su voz. O. me cuenta cuentos de muertes inacabadas. - O., tengo miedo de este gran NO que se me sube a la cabeza. Hablamos. Así somos dos quienes se reparten el botín, el peso del cadáver. V. me insta a responder al llamamiento. Amiga cercana como el dolor de mi nuca. Rigurosa como una emperatriz bizantina, es capaz de morir por una palabra mal pronunciada. - Lugar azul se llama mi recinto -dije. Es tarde para gritar. El embaucamiento degradó las apariencias. - Jaula azul -dije indicando la prisión donde yacía. - ¿Por qué crimen? -preguntaron las damas

El bosque (fragmento)

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  Si la memoria tuviera un sonido                                                                       No dudo que los árboles en un bosque son una pieza fundamental, que es el conjunto de ellos y no otra cosa, lo que finalmente constituye uno. Pero también sé que los escenarios son intercambiables y que todo espacio no es más que un tablero de juego en el que dos dados nunca dejan de caer. Los dados a veces los lanza una mano ajena y a veces somos nosotros los que los echan a rodar. Muy a menudo sucede así, pero existe una tercera posibilidad y es que ellos vengan rodando independientes de un jugador, que una resolución llegue de pronto y que uno se vea obligado a avanzar aún desconociendo el juego. Este bosque carecía de juego. No se sabe con certeza que tan inmenso fue aquel pasado sin azar. Aquel tiempo en que las acciones se realizaban de manera automática, en que para realizar las labores diarias y relacionarse con los demás, la comunidad funcionaba instintiva

El bosque (capítulo de la visión)

(...)pero también sé que los escenarios son intercambiables      y que      todo espacio      no es más que un tablero de juego      en el que dos dados nunca dejan de caer. Saeki se despierta sobre una superficie húmeda. Abre los ojos, pero no consigue ver nada, la luz lo empapa todo. La temperatura es tibia y huele intensamente pero tampoco es capaz de reconocer de qué se trata. Al levantarse los dedos se le hunden, la superficie no es compacta, la tierra está en granos ásperos que se le pegan con facilidad a la piel. Los ojos comienzan a acostumbrarse a la intensidad de la luz y pronto puede ver delante de sí un estanque gigantesco de agua azul que emite pequeñas olas espumosas. Ninguna la alcanza, pero en pocos segundos y a punta de arañazos retrocede a la velocidad del miedo. Cuando se voltea para ver qué tan lejos está, ya todo se ha apagado, como si alguien hubiera bajado de pronto todas las cortinas de la Tierra. La temperatura baja y Saeki siente fr

Las cosas nuevas*

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91 Visión I: Todos los desharrapados de 1973 se han convertido en momios. Visión II: Todos los momios de 1973 se han convertido en la realeza. Visión III: El resto, naturalmente, ha desaparecido. 2 Esperarte en el café es igual a esperar sobre las arenas del desierto. Ejemplo: no saber por dónde aparecerás tú o la luna. Leer o fumar para convencernos que los espejismos no nos preocupan. A veces creer oír tu voz que suaviza las palabras –nadie sabe hacerlo mejor- o entrever tu figura de cálida memoria. Alzar la vista y recorrer mesas y mesetas, una vez más, inútilmente. Comprender que ya no vendrás fija mi pensamiento e imagino qué razones te detienen y te transformas en promesa que puede demorar días, años, para quedarme allí viendo cómo te sostienes en el tiempo infinito. Cierto encanto circula entre el público que se renueva en el “Café Desierto” porque nadie más te aguarda pero sospechan acciones de misterio. Esperarte, sabiendo que no vendrás, es también herm

Fantasmas

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Interroga la niña: - ¿Qué es un hombre vulgar?  Y replica el niño: - Aquél que jamás será un fantasma. Francisco Tario

Misa del árbol, de Marosa de Giorgio

Al despegarse del árbol tomó por la callejuela, que iba empinada y en tramos y hecha con baldosas rudas. Al rato, pasaban las mujeres; jóvenes y viejas eran iguales bajo los negros hábitos y la trenza que las partía por la mitad desde la nuca al ano. Vio que eran flacas como bien sabía. Con pechos gruesos, aunque no se veía. Algunas los llevaban sueltos y expuestos. Había tenido varias. Esta tarde iba de caza, también. Ellas, como siempre, no lo miraban. El sol estaba aún radioso. De pronto, una se perfiló en la altura, luego se puso de frente y empezó a bajar. Él empezó a esperarla. Como si hubiese salido a esperar a Una. Cuando Una estuvo más cerca, se encandiló. Se dijo: quiero atrapar a Una. Ella pasó delante de él y para mejor vio que bajo el pollerón negro, relampagueaba una enagua de papel rosado. Los vuelos de la enagua hacían un bisbiseo, un susurro. Como si la enagua fuera el diablo. -Una -le dijo- Venga a mí, con