Tendremos un sueño para el invierno y otro para el verano
Violario De un antiguo parecido mental con caperucita provendría, no lo sé, el hechizo que involuntariamente provoco en las viejas cara de lobo. Y pienso en una que me quiso violar en un velorio mientras yo miraba las flores en las manos del muerto. Había incrustado su apolillada humanidad en la capital de mi persona y me tenía aferrada de los hombros y me decía: mire las flores... qué lindas le quedan las flores... Nadie hubiera podido conjeturar, viendo mi estampa adolescente, que la vetusta femme de lettres hacía otra cosa que llorar en mi cuello. Abrazándose estrechemente a mí, que a mi vez temblaba de risa y de terror. Y así permanecimos unos instantes, sacudidos los cuerpos por distintos estremecimientos, hasta que me quedó muy poco de risa y mucho de terror. Seguí mirando las flores, seguí mirando las flores...Yo estaba escandalizada por el adulterado decadentismo que ella pretendía reavivar con ese ardor a lo Renée Vivien, con ese brío a lo Nathalie Clifford Barney, con e