Anticipaciones de García Ponce


Hace unos meses leí este cuento creyendo que encontraría descripciones elocuentes, ritos exquisitos, hedonismo puro y transgresiones en todo nivel, pero nada (nada de eso) porque puede que este insólito García Ponce sea incluso mejor que el habitual. A mí me ha encantado y lo recomiendo mucho, aunque en las primeras líneas fruncí harto el ceño.

Primero que todo, los personajes no tenían nombre de persona sino de odiosas letras -A y B se saludan, A y B caminan por la calle...- Uhm, solo Kafka puede, pensé y casi lo dejé hasta ahí, pero seguí sin esperar mucho y como amenazando al cuento en cada línea de que si no se ponía bueno, paraba.

En la segunda página más o menos, el cuento seguía tan lánguido como mi lectura, pero ya en la quinta, el protagonista, personaje sin voluntad – o con la voluntad única de no tener voluntad- se extendía a su antojo describiendo cómo se dejaba arrastrar por la vida con un solo recuerdo -objeto de adoración- en su mente, y me empezó a gustar. Me gustaba que le contara a A-2 un gran episodio de su vida y que éste lo escuchara sin saber qué diablos le pasaba y sin pararse, porque era más cómodo seguir tomando café y hacer como si la historia estuviera buena. En estos momentos usted es A-2, no se haga.

La voz de A-1 vagaba de un recuerdo a otro, de un espacio a otro sin intentar llamar la atención sobre los hechos: contar para revivir y nada más.

Y escribir para registrar.

Y hasta tener un blog para no olvidar, quizás.


Fragmento de Anticipación, Juan García Ponce.

(…) Entonces, A-1 le contó a A-2 la hazaña que realizara siendo niño al pasarse desde el árbol a la azotea de la escuela. Por supuesto, A-2 ni le creyó ni se interesó en lo más mínimo en ese recuerdo absurdo. Quizás porque ambas cosas le irritaron, A-1 pidió todavía otro café sin preguntarle a A-2 si tenía tiempo para seguir conversando y dijo inesperadamente:

-Estoy seguro de que antes de morir cada quien vuelve a ver la imagen que ha sido más importante en su vida y creo que yo sé cuál sería esa imagen para mí.

Ningún gesto, ninguna mirada por parte de A-2 mostró el más ligero asomo de curiosidad, pero A-1 siguió hablando: (...) 

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