Tendremos un sueño para el invierno y otro para el verano

Violario

De un antiguo parecido mental con caperucita provendría, no lo sé, el hechizo que involuntariamente provoco en las viejas cara de lobo. Y pienso en una que me quiso violar en un velorio mientras yo miraba las flores en las manos del muerto. Había incrustado su apolillada humanidad en la capital de mi persona y me tenía aferrada de los hombros y me decía: mire las flores... qué lindas le quedan las flores... Nadie hubiera podido conjeturar, viendo mi estampa adolescente, que la vetusta femme de lettres hacía otra cosa que llorar en mi cuello. Abrazándose estrechemente a mí, que a mi vez temblaba de risa y de terror. Y así permanecimos unos instantes, sacudidos los cuerpos por distintos estremecimientos, hasta que me quedó muy poco de risa y mucho de terror. Seguí mirando las flores, seguí mirando las flores...Yo estaba escandalizada por el adulterado decadentismo que ella pretendía reavivar con ese ardor a lo Renée Vivien, con ese brío a lo Nathalie Clifford Barney, con esa sáfica unción al decir flores, con ese solemne respeto greco-romano por los chivos emisarios de sus sonetos... Entonces decreté no escribir un solo poema más con flores.



Cuando nada pasa

Me estoy alargando como un poema dedicado al océano -dijo-. Ignoro adónde van mis pies (los vio alejarse hasta perderse de vista.)
Simultáneamente, su cabeza rompió el techo y tropezó con la copa de un árbol. Ya media tres metros. Fiel a su deseo más profundo, se adueñó de la llave y abrió la puerta verde. Pero todo lo que pudo hacer fue mirar el pasillo. En cuanto a atravesarlo ¿qué más difícil para una giganta? De nuevo se echó a llorar.
(Lloro porque no puedo satisfacer mi pasión..., recordó.) Prosiguió derramando lágrimas hasta que a su alrededor se formo una laguna.

-Puesto a que se formó por culpa de mi falta de armonía con el suceder de las cosas, la llamare: Laguna de la Disonancia.

Dijo, y se le ocurrió este poema:

Tendremos un buque fantasma
Para ir al campo
Y tendremos un sueño para el invierno
Y otro para el verano
Lo cual suma dos sueños.

Nadie escuchaba sus versos.
-Sucede que una se cansa de estar sola -dijo-. Quisiera ver otras personas, aunque fuera gente sin cara.






















Sín título


La conciencia del fuego apagó la de la tierra. Mi visión del mundo se resuelve en un adiós dudoso, en un prometedor nunca.
Culpa por haberme ilusionado con el presunto poder del lenguaje.
Todo es un interior. Por tanto, el poema es incapaz de aludir hasta a las sombras más visibles y menos traidoras.
Hablar es comentar lo que place o disgusta. Lenguaje visceral constatador de los fantasmas de las apariencias.
Escribir no es más lo mío. Con sólo nombrar alcoholes temibles, yo me embriagaba. Ahora -lo peor es ahora, no el miedo a un desastre futuro sino la de algún modo voluptuosa constatación del presente infuso de presencias desmoronadas y hostiless. Ya no es eficaz para mí el lenguaje que heredé de unos extraños. Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: "y era nuestra herencia una red de agujeros", hablaban, al menos, en plural. Yo hablo desde mí, si bien mi herida no dejará de coincidir con la de alguna otra supliciada que algún día me leerá con fervor por haber logrado, yo, decir que no puedo decir nada.

A. Pizarnik




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