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Tres maneras de conocer el sol

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(*) Fragmento de Clase XIV Primera Parte: Afectos pasivos y auto-afecciones. Tres maneras de conocer el sol 24 de marzo de 1981 (…) Aún si es peligroso, vuelvo a mi ejemplo del sol. Ya que a pesar de todo es cuestión de llegar a saber no abstractamente, sino de comprender concretamente lo que quiere decir panteísmo. ¿Cómo viven y sienten las personas que se llaman panteístas? Yo les subrayaba que todo esto no es solamente un asunto de filósofos. Hay escritores que se han llamado pan- teístas. (…) Pienso en D. H. Lawrence. Es cuanto menos curioso todo lo que Lawrence dice sobre el sol. Tómenlo al pie de la letra. Yo intento que algo razone en ustedes. Hablo para aquellos que de cierta manera aman el sol, que sienten que tienen un asunto particular con él. Tomo esta especie de culto del sol. No voy a decir que Spinoza tenía un culto del sol. Pero a pesar de todo, ellos tienen algo en común; los dos puntos comunes a Lawrence y a Spinoza son la luz y la tuberculosis. Al niv

Clarice Lispector entrevista a Chico Buarque

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Esta grafía, Xico Buark, fue inventada por Millôr Fernandes una noche en el Antônio´s.  Me gustó como cuando jugaba con las palabras en la infancia. En cuanto a  Chico , apenas sonrió con una sonrisa doble: una por encontrarla graciosa, otra mecánica y tristona de alguien que fue aniquilado por la fama. Si Xico Buark no combina con la figura pura y un poco melancólica de Chico, combina con la cualidad que él tiene de dejar que los otros lo llamen y lo vean como quieran, con la capacidad que tiene de sonreír conservando muchas veces sus ojos verdes abiertos y sin risa. Él no es de ninguna manera un muchacho, pero si existiese en el reino animal un bicho pensativo y bello y siempre joven que se llamase Muchacho, Francisco Buarque de Holanda sería de la raza montañesa de los Muchachos. Arreglamos el encuentro a las 4 de la tarde porque a las cinco Chico tenía una lección de música con Vilma Graça. Hace un año está estudiando teoría musical y  ahora comenzará con piano. Estáb

Clarice mamá o Solo un diamante puede cortar a otro diamante

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Clarice mamá* En los años 50, período en el que vivía en Washington, Clarice Lispector mantenía un cuaderno titulado “Conversaciones con P.” en el que registraba diálogos con sus hijos aún pequeños, Pedro y Paulo. 28 de septiembre de 1955 Él paseando apresuradamente de un lado a otro, con aire interesado y concentrado. -¿Qué pasa, Pedro? -Estoy pensando. -¿En qué? Él con cara de desprecio mezclado con orgullo y recelo de que yo no le diese importancia, por eso él mismo no quiso darle importancia. -¡Ah, solo sueños bobos, locos! -No, no son bobos ni locos. ¡Adoro tus sueños! Cuéntamelo. -Oh, a veces tengo sueños tontos y extraños. A veces tengo sueños terribles. -¿Mientras duermes? -No, tengo sueños terribles cuando no estoy en la cama. ¡Sé resolver sueños terribles! (Con cara de orgullo). ¡Pero no tengo miedo! ¡No me importa (mentira; estaba negando la verdad   sin que nadie se lo hubiera pedido, defendiéndose de ella). -Cuéntame un sueño t

Hierba, cicatriz, espeso - Laia López Manrique

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The opposite of death is desire Tennessee Williams Asta Nielsen en Hamlet (1921) Dir. Svend Gade Dime si tienes hambre o tienes sed, si has cubierto tus necesidades básicas por hoy, si crees que va a llover en el patio que hay detrás de la habitación cerrada. Estás sol(…), como un perro, como Kafka dijo que murió Joseph K. “como un perro”, te gusta recordar ese sintagma porque quisieras morir como Joseph K., “como un perro”, lo repites en silencio mientras piensas en Kafka con su cuerpo endeble y subrogado, un cuerpo que no es casi cuerpo sino una suma de ristras enfermizas, restos de tejido adiposo y fibra rota a hilachas. Así imaginas a Kafka, un compuesto de tiras y lenguaje, junto a la ventana, mientras te pregunto por la posibilidad de lluvia. “¿Y qué llevas puesto?”, esa clase de preguntas serían demasiado fáciles, no es eso lo que quiero saber realmente, ni lo que tú me quieres contestar. Vamos, la lluvia podría amainar pero mi voz no, no podría dejarte, e

Texto de Rosa Alcayaga Toro* para la presentación de "La extravía"

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                  Blaubart, Pina Bausch Algunas reflexiones acerca del libro "La extravía" En el epígrafe de Margarita Yourcenar que abre este libro de cuentos LA EXTRAVÍA de NINA AVELLANEDA, se dice: no podemos construir “una” felicidad “sino sobre unos cimientos de desesperación”, felicidad que como sabemos no es un estado permanente como no lo es tampoco nada de lo humano, como bien dice ese epígrafe es “una”, no “la” felicidad en tanto algo acabado, pero esto me lleva a pensar y quiero compartir con ustedes lo que decía el premio Cervantes Francisco Umbral en su ensayo acerca del poeta español Federico García Lorca de que no hay un buen poeta sin una gran tragedia. Quizás acumulando vida. En cierta forma homologamos estas dos reflexiones puesto que de alguna manera lo dicho por Yourcenar y que NINA AVELLANEDA recoge en su texto nos está indicando cuál es el pulso de su obra. Quisiera disculparme puesto que la prosa no es mi campo específico de estudio, sino más bie