Nadja, como no


Fragmentos de Relectura de Nadja de André Bretón



Sombras talladas por un relámpago negro, estas bellas extraviadas no hallan en la noche la casita de Hansel y Gretel, sino a otra viajera más sombría y dotada del poder de ocultar. Con ella se abrazan y en ella desaparecen como quien entra en una gruta encantada.

(…)

Es probable que la condición de poeta lleve, entre otras cosas, a adoptar el rol de fantasma (a ello hace referencia Breton al preludiar su relato). Uno de los trabajo forzados de este fantasma podría consistir en girar incesantemente en torno de un bosque en el que no logra introducirse, como si el bosque fuera un lugar vedado.

Al final de la segunda cuarteta, sus ojos se humedecen y se llenan con la visión de un bosque. Ve al poeta pasar junto a ese bosque y se diría que puede seguirlo a distancia.

(…)

-Oh! Eso es la muerte!

(…)

Sería, tal vez, un vínculo hecho de juegos de alternancia: un movimiento luminoso e ilícito como todo amor verdadero, y otro, contrario, que obligaría a un salto hacia la muerte. ¿No ves lo que pasaba en los árboles? El azul y el viento, el viento azul. (…) Había también una voz que decía: “Morirás, morirás”. Yo no quería morir, pero experimentaba tal vértigo...

(…)

Pero qué otra cosa sino huir hace Breton en este libro? Huye de Nadja, por supuesto.

A. Pizarnik



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