La náusea
Ya no sirve pensar en jabón
cuando viene la náusea. Cuando viene no se puede detener; se ha fortalecido.
Un cuerpo con musculatura que se
abre paso en la garganta, un dolor que sube, que sube, que nubla y ofende,
cuando ha acabado. Es triste pensar que
la poca energía se va en una contracción. Una bocanada de vida por el
alcantarillado. Es una ofensa. El cuerpo envuelto en sudor parece infantil
porque es un sudor limpio y evaporable. La palidez en cambio, es anciana,
intacta. Uno cree que todo el mundo debería servir para algo, pero la náusea
viene y se burla. La muerte fija lo que debería crecer y la mirada aguda en el piso se nubla.
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(ad/oré)