Una película me lleva a alguna parte

Veía una película en casa. Un actor que de niña me gustaba, con hombros anchos y abrigo largo. Una mirada sensible, adolorida. Un cliché hollywoodense, y qué. La amada al final se moría, igual que en El paciente inglés, ahora que lo pienso. Pero antes de que muriera no habían podido estar juntos y  (se) habían mentido para llevar sus vidas en orden. Yo me debatía adentro.

No soy capaz de esa mirada panorámica que escoge una alternativa y la pone en práctica. No soy un caballo de carrera y justo ahora ya no me culpo por ello. Lloro un poco, y es distinto, no sé si alguna vez lloré así. Qué triste es reconocerse… encontrar ese patrón que dificulta o que simplemente no se ciñe a los otros y saber y estar segura, ahora, que después de tanta confusión no había otra cosa, que se es definitivamente de tal modo, que no, no se tiene una mirada puesta en un objetivo a la distancia, que el día a día importa y cansa.

Identificar las piedras de tope y hacerlas a un lado… cómo cuando es uno. Hay cosas que solo pasan en las películas, sí,  la mayoría de las veces tienen que ver con acciones mantenidas por largos años, la realidad es por mucho mayor, por algo es el cine el supeditado a la vida o los androides a la emoción humana.

Entonces es así que yo soy, ni tan fuerte ni tan débil, una más. Mi amada distante no debe recordarme, a su vez debe pensar en otro y confundirse, después de tanto psicoanálisis, de tanta costosa terapia y pastillas. Pastillas para dormirse, pastillas para estar despierto, pastillas para sufrir menos y para olvidar más.

No, no estoy perdida, estoy aquí y está bien. Soy así  y ya. Puede que cambie, ahora soy de este modo y llevo mucho tiempo siéndolo, aunque haya tratado de ser de otra manera. Ya dije que no tengo esa mirada panorámica. A veces vivo bien, oigo, salgo de mí, pero no se puede vivir para siempre descentrada, no habría proyecto y cuánto le debo a mi proyecto… si resistí una y otra vez fue por mi proyecto. Entonces me lo permito. Está bien… Haz lo que quieras… Déjate caer en el pozo… Y quién sabe…

Ese gesto de sostenerse la cabeza, dejarla en las rodillas, nublarse los ojos y dejarse, dejarse, rendirse, no hay más, está bien, la quieres, sí, la quieres, no importa, no te culpes, mientras vivas…

No sé cómo se llamaba la película porque no la vi desde el principio, pero no era una buena película, solo era, del mismo modo que yo. Me conmovió sin embargo. ¿Quién no se conmueve sobre todo con este tipo enorme si mira así?  Tengo ahora una esperanza que no identifico, aunque haya dado al fin conmigo, un momento. ¿Puedo ser el centro de un amor? No lo sé. Porto algo, que no vaya a morir aquello que porto. Tengo una amada, que mi amada viva, sobretodo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Clarice Lispector entrevista a Chico Buarque

El brazo de Malú Urriola

El bosque (fragmento)

Tres maneras de conocer el sol

Nadja, como no

Tres de árbol

CARTA DE AMOR de Enrique Lihn a Gabriela Mistral

Silencio, Alejandra Costamagna