Tú, la sin rostro
(…) Hay un peso en
mi pecho. Hay ciertos fenómenos en el origen de un intenso dolor. A partir de
ellos yo te busco aunque lo ignoro. Por ejemplo. Yo ando al borde de un mar,
yo siento dolor en todo mi cuerpo, mi garganta no permite hablar, yo veo el mar,
yo lo miro, yo busco, yo me pregunto en el silencio en la ausencia de rastros,
yo me enfrento a una tan extraña ausencia que me causa un agujero en lo más
profundo de mi cuerpo. Pues yo sé de una manera absolutamente infalible que yo
te busco, yo te quiero, yo te requiero, yo te suplico, yo te invoco que
aparezcas tú la sin rostro la sin manos la sin senos la sin vientre la sin
vulva la sin miembros la sin pensamientos, tú en el preciso instante en que no
eres sino una presión una insistencia en mi cuerpo. Tú estas acostada sobre el
mar, tú me penetras por los ojos, tú estás en el aire que yo respiro, yo te
inquiero que te dejes ver, yo te pido que te dejes tocar, yo te solicito que
salgas de esta no-presencia en la que te sumerges. Tus ojos quizá sean fosforescentes,
tus labios son pálidos mi muy deseada, tú me atormentas con un lento amor (…)
Monique Wittig, fragmento de El cuerpo Lesbiano, 1973
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